Mediación familiar y distanciamiento social

Este breve post se publicó originalmente en italiano en www.mediazioneinfamiglia.com. Recoge algunas reflexiones que desarrollé con especial referencia a la mediación familiar, pero con las que, por supuesto, cualquier mediador puede sentirse identificado, dada la peculiaridad de su trabajo y el nuevo terreno común de toda mediación: la pandemia.

Lo que más he echado de menos durante estos tiempos de Covid19 es el contacto físico con otras personas.

De hecho, incluso en verano, cuando esas estrictas medidas de seguridad habían empezado a aflojarse un poco y podíamos pasear por espacios abiertos sin necesidad de llevar mascarilla, había que seguir manteniendo la distancia social. Eso significaba que no había besos ni abrazos, ni siquiera apretones de manos o simples gestos de complicidad como tocar ligeramente a la otra persona con la punta del codo.

Lo llaman "distanciamiento social", pero me parece una expresión bastante eufemística y no creo que haga justicia a las implicaciones y consecuencias reales de estas medidas.

Claro que hay culturas en las que mantenerse distante de los demás, o no tocarse en absoluto, es la norma. En la India, por ejemplo, la gente se saluda inclinándose ligeramente hacia la otra persona y juntando las manos con las palmas tocándose delante de la frente. Aquí asociamos estos gestos con el acto de rezar. Pero allí se llama namaskar mudra. O si no, ¿te imaginas a un japonés saludándote con una palmada en la espalda? Suena ridículo, ¿verdad? Sí, porque a ningún japonés se le ocurriría hacer algo así. No sólo estamos a kilómetros de distancia de estas culturas del Lejano Oriente, sino que también nos separan miles de años de tradiciones. Estas tradiciones se han desarrollado de forma autónoma, y parecen muy alejadas de nosotros. Eso es porque, en general, para nosotros los occidentales, y especialmente los mediterráneos y los italianos, el contacto físico es un elemento crucial de nuestras interacciones sociales. Y yo personalmente lo echo mucho de menos.

Mientras me perdía en estos pensamientos más bien consoladores, me tropecé con algo bastante curioso y a la vez muy serio: el Premio IgNobel.

El IgNobel es un reconocimiento satírico que se asigna a investigaciones muy serias sobre temas sólo aparentemente cómicos pero que pueden dar mucho que pensar. El IgNobel de Economía de este año se ha concedido a un grupo de nueve investigadores de distintas universidades por un estudio sobre la relación entre la riqueza de una nación y el uso del beso francés. (fuente: https://rdcu.be/b9G5Y).

En este estudio participaron 3.109 personas de 13 países diferentes de los 6 continentes. A los entrevistados se les hizo una serie de preguntas que indagaban sobre la importancia que tenía para ellos besar a alguien en los labios durante las primeras etapas de sus relaciones románticas y durante las posteriores y más consolidadas. Pero también, qué importancia tenían para ellos los besos y con qué frecuencia besaban, abrazaban, abrazaban y hacían el amor con sus parejas, así como otras preguntas más específicas destinadas a medir lo agradable que les resultaba la propia experiencia de besar. Lo que demostró este estudio es que existe una relación entre la frecuencia con la que se besan las personas que mantienen una relación romántica y la desigualdad de ingresos de un país (el índice de Gini).. Y esta relación es tal que las personas de los países más pobres tienden a besarse más porque tienen más tiempo para ocuparse de sus relaciones.

Samuela Bolgan, psicóloga italiana de Venecia, es una de las investigadoras que participaron en este estudio. Durante una entrevista televisiva, la doctora Bolgan sugirió que las personas que viven en países más ricos son más proclives a perseguir intereses y satisfacciones personales, en lugar de cuidar su afectividad y su esfera empática. La Dra. Bolgan también mencionó un nuevo campo de estudios centrado en los besos y las relaciones, y concluyó que 'el acto de besarse tiene un cierto efecto analgésico en los conflictos de pareja.' Así es. Lástima que el único "beso" que muchos de nosotros podemos esperar recibir ahora sea un Bacio (es decir, un beso) de la famosa fábrica de chocolate Perugina.

En los últimos meses, hemos visto familias que se vieron obligadas a compartir el mismo espacio durante un largo periodo de tiempo, o familiares que se vieron forzados a una separación a larga distancia en contra de su voluntad. Hemos visto a niños que presenciaban cómo sus padres se odiaban sin cesar, sin poder encontrar cobijo ni paz en entornos distintos del hogar familiar. Y niños que perdieron el contacto con el progenitor con el que normalmente no viven. O incluso niños que, después de pasar un fin de semana o una noche con uno de sus progenitores, volvieron con el progenitor con el que viven, sólo para descubrir que habían estado pasando tiempo con una mamá o un papá que luego dieron positivo al Coronavirus. Y todo esto ocurría en contextos en los que el contacto físico estaba casi totalmente ausente, y en espacios de tamaño limitado, constantemente higienizados y controlados.

¿Cómo podemos entonces encontrar una nueva organización de la vida familiar y pensar en el futuro, cuando tenemos que enfrentarnos a contextos tan inciertos? ¿Cómo es posible resolver conflictos cuando el único intercambio cara a cara que se nos permite es uno a través de una cámara?

En vista de ello, y en tiempos en los que establecer contactos físicos entre las personas es casi imposible debido al distanciamiento social, un premio concedido a un estudio centrado en el beso -que es probablemente el gesto más icónico del amor- no surgió de la nada.

He encontrado un estudio, entre los que se han publicado recientemente, que explica cómo las condiciones impuestas por el virus están destinadas a cambiar el panorama de las relaciones románticas (el paisaje del apareamiento) hasta el punto de que la propia natalidad se verá afectada. Este artículo se titula The pandemic exposes human nature: 10 evolutionary insights, y fue publicado por Proceedings of the National Academic of Sciences of the United States of America (Para más información: https://www.pnas.org/content/early/2020/10/21/2009787117 ).

Ahora bien, puede ser fácil encontrar consuelo en pensamientos consoladores como lo hermoso o lo importante que es el acto de besar, especialmente en momentos de aislamiento físico. Pero, ¿qué es lo verdaderamente útil e importante para mí como mediador familiar? Creo que es cada vez más importante mantener abiertas las líneas de comunicaciónpara hablar entre nosotros, paramantener viva una pequeña chispa' (como me dijo uno de mis clientes), ser capaz de retener un presente tan difícil de forma reflexiva y razonable. Y esto es especialmente cierto a la luz de todas las posibilidades concretas que ahora se desvanecen debido al bloqueo, o de la inseguridad económica de un futuro que parece aterrador y en el que es difícil pensar. Mantener una comunicación abierta puede parecer un objetivo restringido y ligeramente mortificante, pero no lo es. Y como mi trabajo se ocupa de la realidad de nuestra vida cotidiana, la vigilo de cerca. Ajusto mi trabajo a lo que hay y a lo que se puede hacer, partiendo de los intereses de las personas a las que ayudo. Aunque sólo sea para mantener viva esa pequeña chispa de posibilidades en tiempos oscuros.