El proceso de comunicación es como las dos caras de un medallón. La forma en que nos expresamos es una cara del proceso de comunicación, mientras que la forma en que percibimos a las personas es la otra. Entonces, ¿cómo entendemos lo que la otra persona siente o pide?
La respuesta que muchas personas darán a esta pregunta será "empatía". Empatía es una palabra de origen francés que utilizamos con frecuencia en nuestra vida cotidiana y que la Asociación de la Lengua Turca define como "sentir los sentimientos de los demás". Está tan arraigada en nuestro idioma que la mayoría de la gente no conoce la versión turca de la palabra.
En los procesos de mediación y negociación (especialmente en los procesos de mediación con fuertes vínculos emocionales, como la mediación familiar) las personas suelen quejarse de que la otra persona no empatiza con ellas. En la vida cotidiana, al igual que en la mediación, a menudo se "espera" empatía. En otras palabras, la empatía es a menudo un comportamiento esperado de la otra persona, no una forma de entender a las personas. Sin embargo, la comunicación no violenta sólo es posible si nosotros también empatizamos.
Hay un afán de rapidez que la vida en la ciudad impone a la gente. Hay que comer rápido, hay que trabajar rápido y hay que apresurarse todo el día para llegar al día siguiente, que será igual que hoy. Las personas no deben exceder el tiempo que tenemos para ellas. En este afán de rapidez, tendemos a averiguar rápidamente lo que la persona necesita en lugar de intentar comprender lo que siente. Lo que solemos entender por empatizar es que percibimos rápidamente el problema y consolamos o aconsejamos a la otra persona. Por ejemplo, cuando una persona nos cuenta un problema, tendemos a ofrecerle consuelos del tipo "Se te pasará con el tiempo, no te preocupes tanto, seguro que se te pasa, eres la persona más fuerte que he conocido" o consejos del tipo "Seguro que te vendría bien hacer..., creo que deberías...".
Pero la parte más importante del proceso de empatía es dedicar tiempo a la persona a la que intentas comprender. La gente a menudo no necesita oír consejos o palabras de consuelo, sólo necesita sentirse comprendida. Hacer que una persona se sienta escuchada hasta que estés seguro de que ha dicho todo lo que quería decir, refuerza la comunicación con esa persona. Para entender exactamente lo que la otra persona quiere decir y ayudarle a expresar sus sentimientos, es útil hacer preguntas abiertas del tipo "¿Cómo te hizo sentir esta situación, qué te gustaría que se hiciera en una situación así?". Lo que entendemos puede no ser siempre lo que la persona con la que hablamos quiere decir. También sería útil reflejar lo que entendemos con nuestras propias palabras para confirmar su exactitud. Así se aclaran los puntos que entendemos mal.
Para un proceso de comunicación no violenta, es fundamental poder expresar plenamente nuestros sentimientos y necesidades y comprender los sentimientos y necesidades de la otra persona, que son las dos caras del medallón. Para ello, hagamos de la empatía no un comportamiento que "esperamos", sino un comportamiento que practicamos.
Rosenberg, Marshall B., "Comunicación no violenta, un lenguaje de vida", 2015 p. 110-146.
Arzum Beyza Çimen