Su comunidad, empresa u organización se enfrenta a un reto político monumental que requiere una solución. Tal vez se trate de una nueva necesidad (o amenaza) de regulación, una preocupación medioambiental o un problema de salud pública. Hay múltiples actores, innumerables intereses creados y grandes diferencias de perspectiva sobre la solución (¡o sobre la necesidad de una solución!). Los proponentes de cada lado citan conjuntos de datos y supuestos radicalmente diferentes. La cuestión parece irresoluble. Pero al menos algunas de las partes interesadas creen que hay un problema y todos tienen interés en el resultado, por lo que hay que hacer algo. Este es el escenario de una negociación multilateral clásica.
En un mundo cambiante e interconectado en el que el cambio climático y los impactos humanos están alterando la ecuación de nuestra vida cotidiana y en el que cada individuo y entidad de la sociedad tiene un interés, nos enfrentaremos colectivamente a debates y decisiones políticas cada vez más difíciles a nivel local, nacional e internacional.
¿Cómo se abordan estas cuestiones cuando hay intereses contrapuestos? Podemos hablar de los muchos problemas -y de las soluciones-, pero también tenemos que institucionalizar cómo llegar a las respuestas correctas, cómo desarrollar las políticas adecuadas y cómo hacerlo de forma que se mantengan.
Pasé cerca de 10 años negociando en las Naciones Unidas (ONU), y creo que los resultados multilaterales -aquellos realmente desarrollados con la participación de todas las partes interesadas- ofrecen las únicas soluciones políticas viables para nuestros desafíos en constante expansión.
Primera lección: Haz amigos.
Es posible que los demás participantes en el debate se sientan y se comporten más como combatientes que como amigos, pero es un error verlos así. Las mejores soluciones surgen de la escucha y la lluvia de ideas, y de la creación de un ambiente que las fomente. Conozca a sus interlocutores y compréndalos, a todos, no sólo a los que parecen estar más de su lado. A todos nos interesa llegar a un buen resultado político.
Segunda lección: Piensa en las motivaciones.
Lo siguiente que hay que hacer en cualquier negociación es evaluar a tus interlocutores (después de conocerlos un poco). Es probable que cada persona que represente a un grupo u organización tenga una agenda tanto profesional como personal. Especialmente en cuestiones como el medio ambiente o la salud, en las que los individuos -incluso los que representan a una organización- sienten con razón que lo que está en juego es personal. Además, cada "negociador" tendrá tanto objetivos de resultados políticos como intereses más personales que impulsen su comportamiento (por ejemplo, llamar la atención de ese atractivo representante del sector, impresionar al nuevo jefe con una dura victoria, etc.). Las diferencias de perspectiva sobre el problema -el obstáculo más difícil de superar- se basan en diferentes supuestos subyacentes y pueden tener su origen en estos objetivos e intereses personales/profesionales. Resulta útil intentar ver el problema desde el ángulo del otro, ya que esto le permitirá guiar mejor a sus homólogos a través del problema desde su punto de vista.
Tercera lección: Mantener la calma y ser consciente de sí mismo.
Al participar en el debate sobre las cuestiones importantes que se están discutiendo, es importante no dejar que la emoción le ciegue, ni permitir que el teatro emocional de sus interlocutores le engañe. Mantenga la calma, escuche los intereses subyacentes que se transmiten y mantenga su posición para lograr un acuerdo justo. Como la mayoría de nosotros aprendió en Psicología 101 (o su equivalente), la emoción conduce a errores y a una mala toma de decisiones.
Cuarta lección: Sé un solucionador de problemas creativo.
A veces no hay una solución universalmente aceptable para un problema; sin embargo, lo más frecuente es que haya al menos una solución mutuamente desagradable. En un debate aparentemente irresoluble, llegar a un buen resultado a menudo solo requiere una gran creatividad, tal vez incluso redefinir su idea de lo que es un "buen" resultado. Al ser creativo, proteja los intereses centrales de su posición y mantenga su línea de fondo -no erosione su lista de "cosas imprescindibles", a menos que sea poco realista- y luego encuentre un acuerdo que los satisfaga y permita a las otras partes satisfacer los suyos. Puede que ese acuerdo no se parezca en nada al resultado que esperabas, pero si se satisfacen los intereses fundamentales de todos, no pasa nada.
Quinta lección: Proteger la legitimidad del resultado.
Para que un resultado tenga éxito (y con ello me refiero a que sea "aceptado" y aplicado por las partes), su "legitimidad" es primordial. Para que un resultado sea legítimo, todos los participantes deben sentir que el proceso ha sido justo, que todos han ganado o perdido algo, que sus resultados han sido protegidos y que no han sido intimidados o marginados. Además, los participantes en la discusión política son probablemente colegas o vecinos, actores de la comunidad o "futuros combatientes" Y volverán a negociar entre sí. Por eso es esencial que los negociadores, especialmente los poderosos, eviten la "trampa del gorila". Intimidar o traicionar la confianza construida en una discusión puede ayudar a una parte (gorila) a ganar fácilmente su posición en un debate específico, pero es una táctica perdedora a largo plazo. El comportamiento de cada negociador ayuda a establecer el tono no sólo en este debate, sino en futuras discusiones, y un acuerdo hecho con mala emoción significará un acuerdo que no funcione tan bien como podría haberlo hecho de otra manera, porque su legitimidad está en duda. La primera lección es realmente la más importante de todas. En todas las negociaciones, he comprobado que es la clave del éxito. Las otras lecciones nos muestran que, igualmente importante, es cada negociador individual: tú y tu enfoque marcarán la diferencia en cualquier debate político. Cada individuo tiene poder: para influir en el tono de la discusión, los términos del debate y la legitimidad del proceso. También tiene una responsabilidad para consigo misma, su posición y un resultado político viable. Ese poder y esa responsabilidad son cada vez más importantes en los debates políticos públicos e internacionales. Porque estas cosas son serias.
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