Cada persona encarna los modos de niño, padre y adulto. Entonces, ¿qué hace que las personas sean diferentes entre sí?
Aunque todas las personas tienen modos de niño, padre y adulto, el contenido de estos registros es diferente en cada caso. El hecho de que el registro de cada persona sea diferente del de otras personas afecta al modo en que estos registros se reflejan en el comportamiento. Se pueden encontrar dos tipos de problemas funcionales en el comportamiento de las personas. Son el contagio y la exclusión.
El contagio se refiere a la interferencia de los modos infantil, parental y adulto, que deberían ser independientes entre sí. La primera forma de contagio es el "prejuicio", causado por la interferencia de los modos padre y adulto. El prejuicio es el resultado de la interferencia de los modos padre y adulto pasados y no expuestos. Por ejemplo, la creencia de que "las rubias son tontas" no tiene ninguna base científica ni lógica. Sin embargo, algunas personas se aferran a este prejuicio. Esto se debe a que esta información procede del historial de los padres y se acepta como cierta sin cuestionarla. La forma de resolver esta interferencia es demostrar que los conocimientos de los padres son falsificables. Los participantes en el proceso de mediación también pueden tener prejuicios entre sí. En este punto es útil que el mediador distinga estos dos modos.
La segunda forma de contagio es la interferencia del modo hijo y el modo padre. Esto se manifiesta en forma de "delirios". La persona siente las repercusiones de la humillación, el rechazo y la crítica experimentados de niño, aunque no existan en el presente, como si estuvieran ocurriendo ahora.
Los modos niño, padre y adulto son complementarios entre sí. En un proceso de análisis transaccional saludable, la persona llega a una conclusión evaluando los datos de los modos niño y padre. En este proceso, si alguno de los modos muestra una actitud fija, se produce la "exclusión". La exclusión se produce de dos maneras. En la primera, el modo padre interfiere con el modo adulto y excluye al modo niño. Esto se observa a menudo en personas sin registro o con registro limitado del modo niño feliz. Dado que el modo niño implica el registro de emociones, las personas sin registro de niño feliz excluyen este modo y el modo padre se apodera del modo adulto. Estas personas se encuentran a menudo en la mediación familiar, donde las emociones son intensas. Las personas que reprimen sus emociones pueden tener dificultades para satisfacer las expectativas de los demás miembros de la familia. Este problema puede superarse adquiriendo insight.
En el segundo, en el que se produce la exclusión, el modo infantil interfiere con el modo adulto y el modo parental queda excluido. Esto suele deberse a que sus padres fueron muy crueles con ellos en la infancia. Para superarlo, la persona excluye el modo parental porque está convencida de que su progenitor no es una buena persona. Las personas en este estado rara vez tienen en cuenta cómo afectará a los demás a la hora de realizar una acción. Incluso estos raros momentos suelen deberse a la ansiedad de ser descubiertos. En el proceso de mediación, cuando una de las personas implicadas en el proceso de mediación muestra una actitud de este tipo, la comunicación entre las personas se rompe. Normalmente estas personas no están dispuestas a escuchar los consejos de la otra persona. Cuando las personas expresan sus deseos con precisión y hacen un esfuerzo por comprender la postura de la otra persona, la solución surgirá espontáneamente. Cuando una persona excluye completamente al modo parental, la red de comunicación puede romperse por completo. Lo importante aquí es ser consciente de que la ausencia del modo parental es tan perjudicial para la comunicación como su exceso.
Por supuesto, la intensidad con la que los modos se reflejan en nuestras actitudes variará en función de los acontecimientos. En un acontecimiento, los efectos del modo padre pueden ser más pronunciados, mientras que en otro pueden serlo los del modo hijo. Se trata de un cambio saludable en los efectos de los modos sobre nuestras actitudes. Los estados que describimos en este artículo son los efectos de los modos niño, padre y adulto que han cruzado el umbral de la comunicación sana.
Harris, A. Thomas, "I'm OK, You're OK", 1967 p. 137-150.