Uno de los principales factores que influyen en nuestra comunicación son nuestros modos paterno, infantil y adulto. Cada uno de ellos constituye otro registro de nuestra personalidad y contiene voces diferentes. Durante un conflicto, por supuesto siguen en acción para influir en nuestra comunicación.
El principal factor de aparición de conflictos es la dificultad que tienen las personas para comunicarse. El proceso de mediación no es un proceso que cambie las ideas o demandas de las personas. Al contrario, es un proceso que incluye las etapas de comprender las demandas de los demás y encontrar un terreno común. Esto demuestra que no son las ideas de las personas las que causan el conflicto, sino la dificultad que tienen para comunicarse. En esta serie de blogs, examinaremos el funcionamiento del proceso cognitivo de las personas
Hasta la fecha se han realizado muchos estudios sobre el mecanismo de las funciones cognitivas en el cerebro. El Dr. Wilder Penfield realizó uno de los estudios más completos en este campo. En el marco de estos estudios, Penfield descubrió que el cerebro es como una grabadora, que graba constantemente y así es como se forman los recuerdos. Esta grabación no sólo contiene las escenas de los acontecimientos, sino también las emociones. Las emociones son parte integrante de los recuerdos.ses desde la infancia y sus reflexiones sobre el proceso de mediación.
Eric Berne, fundador de la teoría del Análisis Transaccional, introdujo tres conceptos: padre, adulto y niño. Según la teoría, estos tres modos están presentes en cada persona y surgen en momentos diferentes. El primer modo, el parental, se forma en los primeros 5 años de vida de una persona. Durante este periodo, el niño registra a la persona que identifica como padre tal y como es, sin ningún cambio. En este periodo, el niño, que carece de la capacidad de percibir y analizar los acontecimientos, registra todo lo que ve sin hacer una evaluación de correcto-incorrecto. Por ejemplo, si hay un conflicto en la familia, lo registrará tal cual es y el niño no podrá cuestionar las causas subyacentes ni llegar a ninguna conclusión. Estos registros son definitivos, no pueden borrarse ni cambiarse. Además, si lo que los padres dicen y lo que hacen no es coherente, esto provocará confusión en el niño. Esto incluye el comportamiento correcto de uno de los progenitores y el incumplimiento del otro. Esto puede llevar a la aparición de una personalidad contradictoria, incoherente y temerosa más adelante en la vida.
Al mismo tiempo que se forma el modo de padre, se lleva a cabo una segunda grabación bajo el modo de niño. Esta grabación no es un registro del mundo exterior en el que vive el niño, sino de su mundo interior. Las reacciones del mundo emocional a los acontecimientos que experimenta constituyen el objeto del registro. En las primeras etapas del quinquenio, el niño no tiene la capacidad de expresarse con palabras. En este proceso, todas sus reacciones se producen a través de sus emociones. Incluso después de empezar a hablar, en los primeros cinco años de su vida, no sabe cómo debe reaccionar en cada situación.
La última modalidad es la adulta. Este periodo suele comenzar después del décimo mes desde el nacimiento del niño. Durante los diez primeros meses, el niño sólo tiene los conceptos de padre e hijo. Sus reacciones durante este periodo son reacciones inconscientes. A partir del décimo mes, comienza a desarrollar la capacidad de análisis. A partir de este momento, aunque el niño tenga dificultades para expresarse, sus reacciones serán reacciones conscientes. El modo adulto analiza y emite un juicio sobre otros modos de padres e hijos. Como resultado de esta evaluación, por ejemplo, aunque se llegue a la conclusión de que los datos del modo padre son erróneos, esos datos seguirán existiendo. Las evaluaciones realizadas por la persona a través del modo adulto no pueden garantizar que se borren o modifiquen los datos existentes.
Estas tres situaciones se dan en determinados momentos de la vida de una persona. El proceso de mediación es uno de ellos. En la próxima entrada del blog, examinaremos cómo surgen estas situaciones en el proceso de mediación y buscaremos soluciones para superar los problemas de comunicación.
Harris, A. Thomas, "I'm OK, You're OK", 1967 p. 29-68.